08 agosto 2017

La teología natural

William Coleman

La teología natural, nunca ausente en el pensamiento cristiano, prosperó enormemente entre 1650 y 1850, aproximadamente. Era, decía Francis Bacon, “esa chispa del conocimiento de Dios que puede tenerse por la luz de la naturaleza y por consideración de las cosas creadas”. Su objetivo era divino, su tema era natural. Del microscopista Jan Swammerdam (1637-1680) al reverendo William Paley (1743-1805), del gran naturalista John Ray (1627-1705) al geólogo apologista William Buckland (1784-1856), generaciones de naturalistas describieron ejemplos de la sabiduría y el poder divinos en la naturaleza. Al estudiar las plantas y los animales, uno aumentaba su conocimiento de la naturaleza y simultáneamente glorificaba al Creador de la naturaleza. Hacia 1800, la práctica había avanzado mucho. Se hacía hincapié en la perfección relativa del organismo y se ignoraban ampliamente sus imperfecciones. El ‘propósito’ del organismo tenía que establecer las condiciones por las cuales esa criatura podía existir, prosperar y reproducirse. Tal propósito, que hacía manifiesta la intención de Dios, abarcaba la exquisita armonía de las partes del cuerpo entre sí y con las funciones a las que servían, el ajuste del organismo a su ambiente y la providencial provisión de plantas y animales particulares para todo deseo o placer del hombre.
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Fonte: Coleman, W. 1983 [1971], La biología en el siglo xix. Cidade do México, Fondo de Cultura Económica.

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