29 agosto 2011

La pecera


1.
El pez, en la gran
burbuja del mar,
respira a fondo
los fondos turbios de aire.
Bajo un color
de sal y soles
apenas se mueve.
Es una espesa
partícula de luz;
la perla en su vitrina.
Mi ojo celebra al pez
sobre su altar de espumas.

2.
En el oxígeno del cuarto
miro cómo te mueves
entre las sombras
azules de tu piel,
aletas de una transparencia,
alas del agua,
vuelo en esta pecera.
Vuelo en los ojos del pensamiento.
Aquí respiras,
aquí te guardo,
aquí te doy de vivir
bajo el cristal redondo de mi amor.
Eres el pez azul
en el puño cerrado de mi mano.

3.
El pez descansa.
En la pecera,
su luz dibuja
un cielo acuático.
No hay un átomo
de chapoteo
ni la pendiente de una onda
Todo es silencio
en este oxígeno.

4.
Abres los ojos
después de muchas
horas de sueño.
Miras el cuarto
que de algún modo
también es sueño,
ojos cerrados,
cuerpo dormido,
luz guarecida
en su caverna.
La habitación
respira toda
junto contigo.
La luz, en ella,
también respira;
aire en el vidrio
inexplicable
de esta pecera.
Abres los ojos,
salta la luz,
soplas la rueda
de esta burbuja.
La habitación
respira sueños
junto contigo.

5.
En la pecera
de la luz de la lámpara
repito mi buceo inútil.
Estrello las narices contra el vidrio,
pongo el ojo en la boca
de la botella oceánica,
asomo la cabeza por arriba
de la línea del agua;
una aleta dorsal
dibuja círculos,
un dorso interrogante se hunde
sin respuesta en el piélago
de la burbuja de cristal;
tiburón de mí mismo
me machuco la cara.
Peces y perplejos dan la vuelta
mis pensamientos.

Fonte (partes 1 e 3, em português): Costa, H. 1992. Antologia de poesia hispano-americana atual. Revista USP 13: 186-205.

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